Globalización vegetal
Los vegetales, han sido desde los cazadores-recolectores de la prehistoria, parte esencial de nuestra alimentación para que nuestro organismo funcionase con armonía, aunque progresivamente hayamos ido integrando alimentos de origen animal.
Con el descubrimiento de América por Cristobal Colón se produjo una auténtica migración de los cultivos vegetales. Así, los cítricos, plátano, trigo, café, caña de azúcar, cebolla, melocotón, arroz y uva de Europa llegó a América y provenientes de este continente llegaron a Europa la piña, cacahuetes, cacao, calabaza, calabacín, judías verdes, maíz, boniato, patata y tomate.
Carencia vegetal
No obstante, actualmente el 60% de las calorías consumidas por un porcentaje altísimo de la población provienen de productos industriales hipertransformados, contribuyendo al desarrollo de enfermedades crónicas, entre ellas, el cáncer.
Existe un consenso en todos los estudios de investigación de la necesidad de mínimo cinco raciones (400 g) de fruta y verdura al día para reducir la incidencia de enfermedades crónicas como enfermedades del corazón, la diabetes o el cáncer.
A pesar de ello, en los países industrializados sólo un 10% de la población come las cantidades necesarias al día de frutas y verduras variadas.
Comemos mucho, aunque en lugar de frutas y verduras consumimos más carnes, grasa y azúcar.
Los vegetales: comida anticáncer
Los vegetales son indispensables para la prevención del cáncer porque son los únicos alimentos capaces de frenar la progresión de los tumores microscópicos que se forman espontáneamente a lo largo de la vida, gracias a las propiedades farmacológicas que contienen sus moléculas.
Si bien, consumir frutas y verduras diariamente es esencial, también lo es que sea variado y que las propiedades entre ellas son diferentes. Así, deberíamos consumir más aquellos vegetales que contienen grandes cantidades de moléculas antiinflamatorias y anticancerosas.
Veamos algunos ejemplos:
- Verduras crucíferas: reduce en un 50% los cánceres de vejiga y de pulmón
- Verduras verdes: reduce en un 30% el riesgo de cáncer de mama
- Té verde: se reduce en un 57% el riesgo de tener cáncer colorrectal
- Cítricos: el cáncer de estómago se reduce en un 39%
- Arándanos: reducción en un 31% del riesgo de tener cáncer de mama
- Nueces: reducción en un 35% el riesgo de cáncer de páncreas
Verduras de la familia del ajo: ajo, cebolla, cebollino y puerro y poseen un efecto protector contra el cáncer de estómago, esófago, colon, próstata y mama. La OMS recomienda a los adultos que consuman diariamente un diente de ajo fresco.
Crucíferas: coles, brócoli, coliflor, rábano, nabo, berro, rúcula y grelo. Tienen un efecto protector frente a los cánceres de pulmón, vejiga y próstata y en menor medida de colon, estómago y mama. Se aconseja consumir una ración diaria de crucíferas cocidas al vapor o salteadas para optimizar su contenido de isiotiocianatos. No se recomienda consumir estas verduras congeladas.
Carotenoides: serían todas las frutas y verduras entre color amarillo anaranjado y rojo violeta, aunque principalmente son las zanahorias, las espinacas y los tomates. Reducen los cánceres de próstata, pulmón y mama. Conviene comérselos crudos.
Frutas del bosque: fresas, arándanos y frambuesas, excelentes contra el cáncer de mama. Dado que la temporada de estas frutas es muy corta, pueden consumirse congelados o en mermelada. No es conveniente consumirlas con una cocción prolongada, tipo tarta.
Té verde japonés: es el más rico en catequinas. Las hojas deben hervir de ocho a diez minutos para extraer el máximo de polifenoles. El consumo de este te debe evitarse que sea muy caliente porque anula la reducción del riesgo de cáncer de estómago.
Frutos y semillas oleaginosas: nueces, castañas, avellanas, almendras, anacardos, nueces de Brasil, de Grenoble, de Macadamia, piñones, pistachos y cacahuetes. Un consumo de dos veces a la semana de, por ejemplo, nueces, está asociado a una reducción importante del riesgo de cáncer de páncreas, mama, colon y próstata.
Soja: es fuente importante de isoflavonas presentes también en el tofu y el miso son protectores en el cáncer de mama y próstata. Los productos industriales fabricados con concentrados de proteínas de soga no contienen isoflavonas y, por tanto, no previene del cáncer.
Semillas y granos: las semillas de lino y los granos integrales contienen grandes cantidades de lignanos, protectores para el cáncer de mama y de colon.
Aceite de oliva: virgen o extravirgen contienen polifenoles presentes en las aceitunas de origen. Cuanto más pique el aceite mayor es la acción antiinflamatoria del aceite de oliva. Contribuye la prevención del cáncer, especialmente el de colon.
Cítricos: naranja o pomelo mejor comidos que en zumo por la pérdida de fibras y aumento del azúcar al hacer el zumo. Su consumo regular se asocia a una reducción del riesgo de cáncer de estómago y de esófago.
Conclusión
Los poderes anticáncer de la alimentación mediterránea están científicamente demostrados. Precisamente, estamos terminando de redactar este post cuando escuchamos en el telediario una noticia referente a este tema: «El 75% de los cánceres podrían evitarse si cuidásemos nuestra alimentación». Nuevamente, desde el Gabinete Emocional de Mejora Activa, deseamos que os animéis a realizar algunos cambios en vuestra alimentación.