Son muchas las actitudes que cultivas cuando practicas meditación diariamente. Con este post de hoy, te mostrados dos de ellas esenciales: no juzgar y la paciencia.
El sábado 26 de septiembre impartiremos un nuevo curso de Mindfulness en Zaragoza para que, junto con esta lectura, cada vez sean más las personas que incorporan en su vida la meditación, como un hábito más de vida saludable.
Mindfulness: No juzgar
La mente categoriza y etiqueta casi todos lo que vemos. Si no lo crees, te invitamos a que durante un par de días observes a tus pensamientos. Te darás cuenta como constantemente estás generando juicios: sobre ti mismo y tus experiencias o sobre los otros. Continuamente reaccionamos a todo lo que experimentamos, aportándolos un valor: “me gusta”, “es bueno”, “me desagrada”, “menudas pintas”, …
Nuestra mente es como un yo-yo: sube y baja. Que algo o alguien nos gusta: el yo-yo sube y nos sentimos bien; que por el contrario algo nos desagrada: el yo-yo baja y empezamos a sentirnos algo peor.
¿Qué puedes hacer? Simplemente observar cómo actúa tu mente. No te fustigues cuando te des cuenta que enjuicias más de lo que pensabas. Lo hacemos todos. Sólo date cuenta de ello. No lo pares. Haciéndolo cada día te habituarás a la observación de tus juicios y estos irán disminuyendo poco a poco. De una manera fácil y sencilla: únicamente observa.
Mindfulness: Paciencia
Las cosas llegan cuando tienen que llegar. Eso lo sabe cualquier adulto cuando ve como un niño intenta romper la crisálida para que la mariposa salga. Sabe que la mariposa no saldrá nada beneficiada y que el proceso no se puede acelerar: la mariposa saldrá al exterior cuando llegue el momento.
No obstante, a los adultos se nos olvida poner en práctica esta filosofía de vida en nuestro día a día y, mucho más, si vivimos en una ciudad occidental, donde las prisas nos acompañan a cada instante.
Lo más fácil sería practicando Mindfulness 20 minutos al día como mínimo. Al principio, estos 20 minutos pueden ser una eternidad si no tenemos práctica o somos impacientes por naturaleza. Con constancia, la mente agitada se irá calmando poco a poco y no nos veremos arrastrados por sus subidas y bajadas.
Esta práctica nos llevará a ver los resultados en nuestra vida diaria. Empezaremos a estar abiertos a cada momento presente, aceptándolo con plenitud, se presente como se presente. Surgiendo tal y como tienen que surgir. Nos daremos cuenta que porque nos impacientemos las cosas no van salir mejor. Al contrario.
Conclusión
Aprender a no juzgar y a vivir los acontecimientos de nuestro día a día con paciencia son dos actitudes básicas que se cultivan cuando meditamos y que luego trasladamos sin darnos cuenta a nuestra vida cotidiana. De ti depende el querer hacer cambios en tu vida o no.